La Unión Europea logra un acuerdo político sobre la polémica Ley de Restauración de la Naturaleza
La Eurocámara, el Consejo de la UE y la Comisión
Europea han alcanzado este jueves un acuerdo político sobre la polémica Ley de
Restauración de la Naturaleza, que busca recuperar el 20% de ecosistemas
terrestres y marinos dañados de la Unión Europea para 2030, y todos ellos para
mitad de siglo.
Es la primera sobre biodiversidad en la historia y
pretende cubrir la práctica totalidad de ecosistemas que necesitan restauración
para 2050.
"Hemos logrado un acuerdo para recuperar
aquello que nos genera no solamente vida, también servicios económicos y
sociales, que impacta en el bienestar de las personas y en la viabilidad de la
mayor parte de nuestras actividades, incluida, cómo no, la seguridad
alimentaria", ha señalado la ministra española para la Transición Ecológica
en funciones, Teresa Ribera.
"Europa se compromete no solo a conservar y
proteger, sino también a restaurar la naturaleza", ha añadido.
En representación de la presidencia española del
Consejo de la UE, Ribera se ha desplazado a Bruselas para liderar la
negociación final entre los Estados miembros y el Parlamento Europeo, que tuvo
como ponente al eurodiputado español César Luena (PSOE).
Este ha asegurado que la política común de
restauración de la naturaleza "es importantísima porque no solamente
resuelve el estado de los ecosistemas que están degradados, sino que además
sirve para luchar contra los efectos del cambio climático".
El acuerdo político alcanzado en la negociación aún
tendrá que ser validado tanto por los Estados miembros a través del Consejo de
la UE como por el pleno de la Eurocámara.
Priorización
en restaurar los espacios de la red Natura 2000
La Ley de la Restauración de la Naturaleza parte de
una propuesta lanzada en diciembre de 2022 por la Comisión Europea para
acompasar el paso con los acuerdos sobre biodiversidad alcanzados en la COP15
de Naciones Unidas.
Como complemento de otros instrumentos legales de la
UE, como las Directivas Hábitas y Aves o la Red Natura 2000, la nueva normativa
busca reparar al menos el 20% de los ecosistemas terrestres y marinos
degradados de la UE en 2030 y todos ellos para el 2050 a través de objetivos
vinculantes.
El objetivo es invertir el declive de los hábitats
naturales europeos, el 81% de los cuales están clasificados en mal estado.
El acuerdo final contempla que, hasta 2030, se
priorice la restauración de los espacios de la red Natura 2000, una de las
muchas flexibilidades que se han introducido para forjar un pacto difícil.
Además, los países tendrán requisitos específicos
para corregir la disminución de polinizadores y el objetivo de restaurar para
2030 el 30% de las turberas vaciadas para uso agrícola; mantener madera muerta
en los bosques para mejorar la biodiversidad de los ecosistemas forestales; no
reducir espacios verdes urbanos y eliminar barreras artificiales de los ríos.
Para superar el controvertido escollo de la
financiación, se ha acordado que la Comisión presente un informe sobre los
recursos financieros disponibles a nivel comunitario, de las necesidades y, si
procede, que haga una propuesta para aumentar la dotación en el presupuesto de
la UE.
Y en un guiño a los agricultores, el texto acordado
permite suspender las medidas del reglamento hasta un año "por razones de
emergencia no esperadas no sea posible cumplir con algunos de estos objetivos
en el plazo previsto", ha explicado Ribera.
Mucha
controversia con la ley
No se esperaba que fuera un expediente polémico,
pero la ley de la naturaleza, a la que se opusieron desde el principio las
grandes explotaciones agrarias, representadas por la plataforma Copa-Cogeca, se
envenenó políticamente ante la proximidad de las elecciones al Parlamento
Europeo a mediados de 2024.
El líder del Partido Popular Europeo, el alemán
Manfred Weber, convirtió la futura normativa en un arma arrojadiza contra la
agenda verde de la Comisión, acercándose a los postulados de la extrema derecha
en busca del voto agrícola.
Los populares aseguraban que la ley amenaza la
seguridad alimentaria, obliga a los campesinos a ceder parte de sus tierras
para preservar la biodiversidad y compromete el despliegue de infraestructuras
de energías renovables, mientras que la extrema derecha asegura que es producto
del "fanatismo climático".
En el campo contrario, socialdemócratas, verdes,
izquierda y mayoría de los liberales defendieron el texto, así como las ONG
ecologistas, otras plataformas agrícolas, la comunidad científica, los
cazadores, las empresas de energías renovables, un amplio surtido de
multinacionales y cerca de un millón de ciudadanos, que firmaron una petición a
favor de la ley.
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