La CHJ analiza si los incendios de Villanueva de Viver y Bejís han afectado a las aguas subterráneas
Durante los próximos 12 meses se van a muestrear de forma
periódica cuatro puntos del entorno para evaluar y analizar el posible impacto
del fuego sobre el estado de las masas de agua subterránea subyacentes a la
amplia zona afectada por el siniestro que recordamos que calcinó 5.000 hetáreas
en los términos de Villanueva de Viver, Fuente la Reina, Montán, Montanejos y
Puebla de Arenoso, así como a una pequeña zona de la provincia de Teruel,
calcinó un entorno natural de gran valor ecológico en la comarca del Alto
Mijares, de modo que el perímetro del fuego se expandió por más de 50
kilómetros, lo que obligó a desalojar a más de un millar de personas.
Tal como detalla la Cadena SER, la zona afectada por el incendio se caracteriza por
una alta concentración de pozos y manantiales, muchos de los cuales sirven como
principal suministro de abastecimiento humano para muchos municipios. Por este
motivo, la Confederación Hidrográfica del Júcar, a través del Área de Calidad
de las Aguas, ha impulsado este proyecto para el seguimiento de calidad de las
aguas subterráneas en cuatro puntos de la zona afectada por el fuego: el
manantial de fuente Piérrez (Fuente la Reina), el pozo del Mas de los Pastores
(San Agustín), el manantial de San Miguel (Puebla de Arenoso) y el pozo de
abastecimiento de la pedanía de Los Calpes (Puebla de Arenoso).
El objetivo de los muestreos, que se van a realizar
mensualmente durante un año, es analizar las posibles consecuencias que haya
podido tener el incendio sobre las masas de agua subterránea. “Se trata de
comprobar si el fuego ha provocado algún cambio en el estado y la calidad.
Acabamos de comenzar los muestreos, apenas dos meses después del incendio, por
lo que vamos a poder observar de forma pormenorizada cómo evoluciona el estado
de estas masas de agua a lo largo del próximo año”, explica Tàlia Alabadí, Jefa
de la Sección Técnica del Área de Calidad de las Aguas.
Las muestras seleccionadas se trasladarán a
laboratorio para analizar una serie de parámetros que aportarán información muy
valiosa para conocer en qué estado se encuentran las aguas subterráneas. “La
batería que vamos a analizar es bastante completa. Se incluyen nutrientes,
porque será interesante ver cómo afecta la menor demanda de la vegetación sobre
esas masas de agua, pero también otros parámetros como metales, que pueden
cambiar su concentración, y los hidrocarburos policíclicos aromáticos (HPAs),
un grupo de más de 100 sustancias químicas que se forman principalmente durante
la combustión incompleta de la materia orgánica”, comenta Alabadí.
Sin
alteraciones en la calidad de las aguas subterráneas de Bejís
El proyecto recientemente iniciado da continuidad a
los trabajos que viene realizando el Organismo desde principios de año en la
zona de Bejís y alrededores, donde otro virulento incendio calcinó más de
20.000 hectáreas el último verano. La Confederación Hidrográfica del Júcar
aprobó en octubre del pasado año una obra de emergencia para reparar los daños
ocasionados por el fuego en el dominio público hidráulico. Trabajos que se
centraron en la retirada de arbolado quemado y otras labores para afianzar los
cauces que todavía siguen en marcha. Al mismo tiempo, el Área de Calidad de las
Aguas se encargaría de realizar mediciones periódicas del estado de las masas
de aguas subterránea, para comprobar cómo les pudo afectar el incendio.
En el caso de Bejís, los muestreos comenzaron en
febrero de este mismo año, seis meses después de que se diera por extinguido el
incendio, y comparte los plazos y la metodología que se viene realizando en el
caso de Villanueva de Viver. Se recogen muestras una vez al mes y el
seguimiento se prolongará, hasta completar un año, en cinco puntos de la zona
del Alto Palancia: el pozo Los Quemaos (El Toro) y en los manantiales de Fuente
Camarillas (Torás), Los Cloticos y Fuente Molina (Bejís), y Fuente el Nano
(Teresa).
Por el momento, los resultados obtenidos en los
muestreos realizados durante los meses de febrero y marzo son “buenos”, ya que
no se aprecian concentraciones anómalas que indiquen una alteración de la
calidad de las aguas. “Cada muestreo nos aporta un tipo de información. En el
caso de Bejís, donde los resultados son completamente normales, tenemos la
visión a largo plazo de cómo puede afectar el incendio y los restos quemados
sobre las aguas subterráneas”, explica Alabadí.
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